sábado, 12 de diciembre de 2015

Solo esa luz será testigo de que yo existí.

¿Quieres saber por qué miro al cielo todas las noches? Porque en él veo las estrellas, luz que ha tardado miles de años en llegar aquí para que yo las contemple ahora. Me hacen pensar en el tiempo, en lo grande que es el universo, y lo pequeño que somos. ¿Nunca te has preguntado que estaría pasando en este lugar la misma noche en que la luz que tú ves ahora abandono esa estrella? Yo sí, y pienso lo curioso que es que estemos viendo en este instante el pasado, que la luz de la estrella de la noche que vivo hoy llegará aquí cuando ya nadie me recuerde, solo esa luz será testigo de que yo existí. Y a lo mejor para cuando aquella luz llegue aquí hará años que murió esa estrella y sin embargo nosotros la admiramos brillar. Pensar esto me hace darme cuenta de lo insignificante que es nuestra vida, yo moriré, tú morirás, y como los millones antes de nosotros, dentro de un par de siglos, nadie sabrá de ti, ni tú nombre, ni tu historia, ni tus problemas que te parecen tan importantes hoy. Así que, cada noche las estrellas me recuerdan que aproveche el poco tiempo que tenemos. No me dan respuestas de por qué estamos aquí ni que habrá después, pero sin embargo me cuentan historias, me señalan el norte, y están ahí todas las noches, que es mucho más de lo que se puede decir de cualquier Dios en el que creáis. Y por supuesto, son más antiguas y más sabias que los Dioses. Si pudieran hablar, imagínate cuantas cosas nos dirían que han observado en su larga vida. A vosotros os enseña vuestro Dios a cumplir cosas para conseguir una buena vida después de esta, yo, no sé qué vendrá después, ni pretendo pasarme la vida buscando la respuesta a ello, pero sé que a mí las estrellas me enseñan todas las noches a disfrutar de esta vida, que es lo único que tenemos seguro, el ahora. Después, lo único que se sabe con seguridad, es que dentro de poco tiempo ya no quedara nada de ti, asique antes de malgastar tiempo haciendo cosas para una vida mejor después de la muerte, yo escogí disfrutar de esta y a la vez darme cuenta de lo insignificante que es, y por eso mismo vivirla con más intensidad. Somos simples motas de polvo en este enorme universo, nuestra vida ni siquiera un abrir y cerrar de ojos de este, y tú tuviste la suerte de ser. Tuviste suerte de ser una mota de polvo entre miles de millones, vivir el poco tiempo que tenemos, y estar aquí esta noche respirando y mirando las estrellas. Pensar lo pequeño que somos no me entristece, no me hace tener el ansioso deseo de ser inolvidable. No, a mí pensar esto me hace saber que lo que tengo entre manos y apreciarlo más, este instante, es único y precioso.  Y por eso yo venero las estrellas y no a Dios, por eso les doy las gracias a ellas por enseñarme esto cada vez que las miro.
Silvia González.

No hay comentarios:

Publicar un comentario